¿Y EL SUEÑO INCLUSIVO?
El tiempo electoral es una oportunidad para
renovar puestos de servidores públicos por voto directo del pueblo; así como
conocer el compromiso de los consejeros electorales para garantizar el goce de
los derechos electorales de las personas con discapacidad. En su ser persona,
son además ciudadanos con derechos y obligaciones. En material electoral con la
posibilidad de votar y ser votados. Aunque a decir verdad, se les ve poco
participando en casilla y mucho menos en la boleta electoral. Las razones de
que esto ocurra son de ida y vuelta. La primera (y no de origen) el poco o nulo
interés de las propias personas con discapacidad para conocer la incidencia que
pueden y deben tener en los procesos electorales antes, durante y después de
las elecciones; y la segunda que quienes deberían de propiciar y alentar la
formación cívica en las PCD, no lo hacen o lo hacen a cuenta a gotas. ¿De qué
sirve un derecho sino se conoce y no se ejerce? Sirve para ‘palomear’ los
acuerdos, firmas y ratificaciones que México hace en cada uno de los tratados
internacional en los que participa, firma y ratifica. O al menos eso pareciera,
pues está vigente la Convención sobre los derechos de las Personas con
Discapacidad, que luego de las reformas constitucionales en materias de
derechos humanos es una norma tan sólida y vigente como nuestra propia carta
magna. En la
jornada electoral del 05 de junio de 2016, vimos un esbozo por querer dar
cabida a las personas con discapacidad. Se dotaron de materiales para dar
acceso a las personas con discapacidad motriz y visual.
Este año, en el proceso que se viene para el 05 de junio en
algunas entidades, el Instituto Electoral de Coahuila a través de su consejera
presidente, Gabriela de León Farias, ha confirmado la licitación de compra para
materiales accesibles para personas con discapacidad motriz, visual y de talla
pequeña. Serán 3 mil 650 mamparas, una por cada casilla electoral, las que se
adquirirán para darles la adaptación adecuada a las personas con discapacidad
para ejercer su derecho al voto, incluso hacerlo de manera autónoma, sin la
necesidad de un asistente, si así lo deciden. ¿Y las personas con discapacidad
intelectual? ¿Y los apoyos o adaptaciones para facilitar el acceso aquellas
personas que presentan un proceso neurológico diferente al nuestro? ¿Y las
garantías de hacer valer la participación ciudadana de todas las personas con
discapacidad en el proceso electoral 2017? ¿Y el cumplimiento a las garantías
de la CDPD y del reglamento de la Ley General para la Inclusión de las personas
con discapacidad? ¿Y el sueño inclusivo? Por experiencia propia, sabemos que la discapacidad intelectual o
neuro-diversidad de nuestros chicos, por no presentar rasgos físicos evidentes
que generen sensibilidad a ser apoyados, nos pone en la resignación de ‘haganle
como puedan’ o ‘sino se adaptan, se van’. Sabemos también, que es una asignatura nada sencilla darle
visibilidad a todas las personas, cada una de ellas con una condición de
discapacidad distinta, sin embargo México se ha querido subir al veloz tren de
la inclusión y ello demanda atenderlos a TODOS de una manera equitativa.
Primero Persona.
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