LA INCLUSION COMO EL MUSCULO


“Si piensas que publico mucho sobre el autismo espera a que inicie abril” se lee en una imagen estilo ‘meme’ que se dejó ver en redes sociales. Y así será. A partir de ahora y hasta el 30 de abril nos toparemos con bastante frecuencia el color azul en todas sus tonalidades y presentaciones, así como el símbolo del puzzle o rompecabezas, tratando de evocar el tema del Autismo a propósito del Día Mundial de Concientización sobre esta condición que la Organización de las Naciones Unidas propone celebrar cada día dos del presente. Gobernadores, políticos y servidores públicos seguramente se subirán a la avalancha azul y hablarán de la importancia de que a los niños con autismo se les asegure un lugar en el aula de educación regular, así como la preocupación de practicar la inclusión ‘con sus compañeritos de clase’. Aunque el resto del año no se haya trabajado en una sola línea de política pública o legislación. Profesionales académicos y de la salud, se mostrarán todos unos eruditos, concerniente al tema del autismo: ‘aquí lo hice que hablara’, ‘yo lo saqué del autismo’, ‘con este tratamiento no se le nota nadita’… frases que escuchas en sus consultorios privados, pero no en los de la dependencia pública. Presentadores de televisión, deportistas, actores, modelos, empresarios… en fin casi cualquier figura pública nos dirá que tiene una experiencia con el autismo qué contar, aunque sea sólo ese instante en el que coincidió con aquella persona con condición del espectro autista, pues después de ello, no le quedaron ganas de volver a encontrarlo. Edificios y monumentos representativos de aquí y de allá que lucirán radiante el color azul como ‘solidaridad’ a la causa; esos mismos edificios sobre todo los públicos, donde teníamos que hacer ese trámite para nuestro hijo o nuestra hija con autismo y por conocer o entender la condición de vida, nos pusieron más trabas y candados que Trump a los musulmanes para entrar a Estados Unidos. El autismo está en nuestras vidas los 365 días del año, las 24 horas del día con el color azul y sin él. Las familias necesitamos visualizarnos ahora, mañana y el siguiente día también. Que la sensibilidad de los servidores públicos se requiere en cada acción de gobierno en materia de turismo pues viajan junto a sus familias, en materia de movilidad pues también tienen la necesidad de transportarse o en materia de salud pues no solo son personas que a veces se enferman, tienen derecho a una atención oportuna y digna. Que la inclusión no solo se aprende en los talleres de la Comisión de Derechos Humanos, se ejercita en la vida diaria al contemplar en tu lista de fiesta de cumpleaños a ese niño o niña con un proceso neurológico diferente al mío. Que la mejor visibilidad que le pueden dar al autismo es asegurar las adaptaciones cognitivas y de comunicación en el parque, en el supermercado, en la iglesia, en el partido de futbol, para que realmente ocupen los espacios que les corresponde por derecho. La inclusión como el músculo, para que se note hay que ejercitarla. Primero Persona.

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