¿Cuántas más vendrán?
Por:
Verónica Rocha
El
30 de abril de 2015, el Diario Oficial de la Federación publicó la Ley General
para Atención y Protección a las Personas con la Condición del Espectro
Autista. Antes tuvo que someterse a un agudo escrutinio por los miembros de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación para declarar inconstitucional o no, a
demanda del entonces presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
Luis Raúl González Pérez a solicitud por escrito de un grupo de asociaciones y
activistas en derechos humanos.
“La
ley es extraordinariamente regresiva, porque fragmenta la política pública que
tiene que darse en este sector de la población y crear leyes especiales por
tipo de discapacidad es una inadecuada manera de atender a esta población y de
garantizar sus derechos”, aseguraba Carlos Ríos Espinoza ex integrante del
Comité de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
Al
final solo procedió la declaración de invalidez de las fracciones que
solicitaban certificado médico para acceder al empleo, por ejemplo; el tema de
la consulta quedó resuelto al demostrar que sí la había realizado.
La
semana pasada la SCJN declaró inconstitucional la Ley para la Atención Integral
de las personas con Síndrome Down que se elaboró en el congreso de la CDMX, por
falta de consulta. Ante esto activistas y asociaciones en el tema celebraron el
hecho, pero hasta ahora no han desestimado la idea de contar con una
legislación dedicada a la comunidad con Trisomía 21 como sí lo hicieron con la
de Autismo.
¿Será
que la Convención es un instrumento madre pero falta focalizar acciones hacia
las personas con Síndrome Down? ¿Será que ya se dieron cuenta de la
conveniencia de contar una con ley para Down también? ¿Será que, a pesar de no
parecerles muy conveniente, ahora sí se vendrán en cascada una ley para cada
discapacidad?
Luego
de 5 años, los expertos que participaron en la elaboración y diseño sobre de la
ley de autismo aceptan que es una legislación que no debió ser, lo que se debió
reforzar es la política pública para generar acciones de gobierno.
¿Arrepentimiento? No lo sé. Lo que deja clara la experiencia de aquella
promulgación sobre la protección a personas con TEA es que se ha hecho poco muy
poco –teniendo Convención y ahora ley- para que realmente ocupen los espacios
en la vida diaria. PrimeroPersona
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