No se ven
Vaya regalo que recibimos al conocer que la vacuna contra la Covid 19 estaba lista para su distribución y aplicación. La mejor parte, fue cuando conocimos que México estaba entre los primeros diez países del mundo en tenerla y el primero en América Latina. Más nuestro asombro y agrado, sobre todo para los del norte, al enterarnos que los territorios designados para comenzar a dar “piquetes” que proporcionarían anticuerpos ante el temido virus serían CDMX y Coahuila. Hace ya algunas semanas, que se dieron a conocer los criterios en que se habrían de aplicar a la ciudadanía. Los primeros en la lista serían aquellos en la línea de batalla frontal de atención a pacientes afectados con el SARS-Cov 2…y no exclusivamente personal médico, sino todo profesional de la salud involucrado en la dinámica de acción de los nosocomios:
camilleros, auxiliares, asistentes, incluso, personal de intendencia. Después de ello, se desglosó una tabla de fechas respecto a edades y/o condiciones de salud de la población para que sean llamadas a recibir la vacuna; comenzando por los adultos mayores, luego los adultos, enfermos con comorbilidades, personas maduras y luego los jóvenes. Se sabe que la preferencia la dieron a la población que está en situación de vulnerabilidad ante el amenazante virus, ya sea por su potencial exposición al contagio y/o por las consecuencias que traería al dar positivo. Sin embargo, en los rangos de esa población en situación de vulnerabilidad para priorizar su protección no se han mencionado a las personas con discapacidad. ¿Por qué habrían de hacerlo? Pues porque históricamente se les ha excluido de los esquemas de vacunación al no considerar accesibilidad e inclusión para la administración de esta protección.
Pensemos por ejemplo en las personas que viven con discapacidad psicosocial, una de las condiciones más invisibles y que escapan de las consideraciones de los familiares y por ende del sector salud para priorizar su atención. O de las personas con discapacidad intelectual, que con mucho esfuerzo y poca adaptación han tenido que ajustarse a los nuevos tiempos de convivencia y de higiene extrema. La mirada y la atención para el acceso preferente a la vacuna no deberá verse como una concesión o un acto de caridad en medio de las bondades de la Navidad, sino como un derecho a la salud y la garantía de que ellos también deberán estar entre la población a vacunarse de manera inmediata, ya que se encuentran en situación de vulnerabilidad. PrimeroPersona
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Columna publicada originalmente en Milenio prensa y digital el martes 28/12/2020
https://www.milenio.com/opinion/veronica-rocha/mundo-inclusivo/no-se-ven
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