¡Quiero ser diputada (o)!


 La puesta en marcha de comicios electorales, traen consigo la obligación y el compromiso de organizar procesos ordenados, transparentes, seguros, accesibles y cada vez con una visión más amplia de mirar y reconocer la diversidad. Dentro de esa diversidad, la lucha más antigua por el reconocimiento de los derechos políticos electorales en México y en el mundo es quizá, el de las mujeres.  Su batalla se ha dado desde el anonimato hasta llegar a protagonizar movimientos que, no solo las visibilizara, las colocara en una posición clara y segura para escalar peldaños en la conquista de derechos, que solo le eran conferidos a los hombres. Así pues, tenemos que su avance fue paulatino y seguro; primero el derecho al voto, luego las postulaciones a un puesto incipiente, hasta la suplencia de una fórmula o aparecer como propietaria de la postulación. Nos referimos a las mujeres, ese segmento de la sociedad considerado en el pasado, erróneamente como de minoría; como actualmente todavía se les considera a las personas indígenas, migrantes, LGTTTI o con discapacidad.

Sin embargo, el avance de estos colectivos por alcanzar reconocimiento en los procesos políticos electorales no han sido tan efectivo como el de las mujeres.  A éstos, les ha sido tardado, lento, lleno de obstáculo, excusas que rayan en la exclusión, el descarte y la discriminación. Ante este panorama, los líderes de estas comunidades alzan la voz para recordarles, no solo a los partidos políticos en turno sino a cada uno de los institutos electorales de los 32 estados de la República, que hoy, no solo ocupan un lugar en el padrón electoral o en la lista nominal, sino que la Constitución y la ley electoral vigente les conceden, no solo la oportunidad, sino el derecho de votar y ser votados. Pero como en cada fiesta cívica pasa, las personas en situación de vulnerabilidad solo son identificadas como susceptibles a darles un tratamiento de caridad y amor al prójimo, la posibilidad de realizar la obra de misericordia del día o la imagen perfecta para demostrar que el candidato o candidata en cuestión tienen un buen corazón. Ya basta, han dicho cada vez más, a través de la fuerza y el acompañamiento de la sociedad civil organizada, que ha empujado a que los institutos electorales hagan ajustes en sus convocatorias y abran la vía clara y segura para su participación activa en cada elección electoral. Tal fue la aprobación del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Durango en su sesión extraordinaria número 25 realizada en modalidad virtual, para dar respuesta en la solicitud formulada por el ciudadano Aureliano Ferrel Flores, en cumplimiento a la sentencia del Tribunal Electoral del Estado de Durango dictada en el expediente TE-JDC 017/2020. De lo anterior, se derivó el acuerdo número IEPC/CG51/2020 donde se adoptaron medidas compensatorias para el Proceso Electoral 2020-2021; consistente en que los partidos políticos deberán presentar cuando menos una fórmula por el principio de representación proporcional en las primeras seis posiciones de la lista de sus candidaturas, la cual, tanto propietario como suplente deberán pertenecer a cualquiera de los siguientes grupos: personas indígenas, personas de la diversidad sexual, personas migrantes, y/o personas con discapacidad permanente. Estaremos con ojos de lupa para conocer si los partidos se atreven a cumplir. 

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Publicado originalmente en Milenio en prensa escrita y digital el martes 14/02/2021

 https://www.milenio.com/opinion/veronica-rocha/mundo-inclusivo/quiero-ser-diputada-o

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